Cuando Jesús en persona transmitió estas órdenes a sus discípulos, no estaba solo. El Espíritu Santo estaba con él y el Espíritu fue la persona divina que colocó los mandamientos en el corazón de ellos, a fin de que por su poder y compañía, pudieran comprenderlos, aceptarlos y cumplirlos.
¿Qué hizo el Espíritu Santo en la comunidad de Jesús en Pentecostés?
Un nuevo Pentecostés: Carismas – Universidad Católica de la Santísima Concepción En Pentecostés el Espíritu Santo se manifiesta a los apóstoles. Es el Espíritu que Jesús había prometido que enviaría del seno del Padre: ‘Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre’ (Jn 14,16).
- La promesa de Jesús ‘yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20) se cumple en su Espíritu.
- El Espíritu que se manifiesta en Pentecostés con dones extraordinarios es el mismo Espíritu que se ha revelado en toda la historia de la salvación: desde la creación hasta nuestros días.
El Espíritu se manifiesta en el Antiguo Testamento, pero es en Cristo cuando él se muestra en plenitud. El libro de los Hechos de los Apóstoles manifiesta el asombro de los que presenciaron el acontecimiento de Pentecostés: ‘La gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua.
Estupefactos y admirados’, De esta forma, el Espíritu se manifiesta como el cumplimiento de la profecía: ‘Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu’ (Jl 3,1-5).
Desde sus inicios, la Iglesia contempla en ella el cumplimiento de esta promesa. El Espíritu Santo es el don de Dios para la Iglesia (Hch 2,38). Así, el Espíritu está al servicio de la institución surgida de Cristo, es Él quien la anima, de la misma manera que el alma anima el cuerpo o el agua al manantial (Y.
Congar). El don del Espíritu es la entrega amorosa del Padre y del Hijo. Es hablar de la gracia, el amor, la comunión, donación y entrega que Pablo desea para a los Corintios (2 Co 13, 13) y que Dios entrega como don gratuito para nuestra salvación. El don del Espíritu Santo tiene, como todo regalo, a alguien que dona y un destinatario de esta donación.
El primero es la Trinidad, el segundo, es todo hombre. ¿Y qué es lo que se dona? La gracia, que es la presencia personal de la tercera persona de la Trinidad, que es el mismo Espíritu del Padre y del Hijo, es decir, el Espíritu Santo. Desde los comienzos de la vida de la Iglesia, junto con el don, aparecen los dones y los carismas.
- Los dones son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo (CEC 1830).
- Carisma, según la RAE, significa en sí un ‘ don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad’,
- Mientras que el don es una ayuda para la santificación personal, los carismas son gracias que uno recibe con vistas a la edificación de la Iglesia, para el bien de la comunidad y la construcción del Cuerpo Místico.
No están ligados al mérito personal: el Espíritu Santo los distribuye a quien quiere (1 Co 12, 11), para el provecho de la comunidad y no dependen necesariamente de las cualidades del sujeto. En algunos casos suelen ser pasajeros, pero algunos constituyen una cualidad más o menos estable del sujeto (apóstol, profeta, doctor, evangelista, exhortador, palabra de sabiduría, palabra de ciencia, discernimiento de espíritus, sanación, milagros, lenguas).
Muchos hombres los consideran como cosas extraordinarias. Incluso en los últimos siglos la infinidad de estructuras en la Iglesia impedían que se manifestaran en todo su esplendor. Al convocar el Concilio Vaticano II, Juan XXIII pedía oraciones para lo que él llamó ‘un nuevo Pentecostés’ en la Iglesia.
Ha sido Vaticano II, el que abrió ese espacio para que se manifestara con fuerza el Espíritu a través de sus carismas. Los documentos del Concilio hablan de ‘los carismas’ los cuales pertenecen a la naturaleza de la vida ordinaria de la Iglesia, no son cosas extraordinarias, ellos nunca han estado ausentes desde el día de Pentecostés en la Iglesia, ellos pertenecen a la Iglesia.
Los carismas de la vida religiosa, de la Hospitalidad, los relacionados al gobierno de la comunidad, para evangelizar, para anunciar la buena nueva de Jesús muerto y Resucitado, etc. Desde esta perspectiva, Pablo VI habla de ‘un perenne Pentecostés’, es decir, de todos los días. En la eclesiología católica, tenemos una visión de Pentecostés que puede y sucede cada día.
La proximidad de la fiesta Pentecostés es el contexto ideal para recordar y repetir constantemente que Pentecostés no es una gracia reservada a algunos, sino que ella es para toda la Iglesia. : Un nuevo Pentecostés: Carismas – Universidad Católica de la Santísima Concepción
¿Qué hace el Espíritu Santo en la comunidad?
En síntesis, el Espíritu Santo se hace presente en la índole institucional de la comunidad cristiana, de modo individual y colectivo, es decir, subjetivo y atento a la objetividad de las estructuras. Es Él quien posibilita la maduración y profundización de la comunidad cristiana hacia una mayor densidad y visibilidad.
¿Qué produce el Espíritu Santo en los seguidores de Jesús y quién era para ellos?
Los frutos – En la teología cristiana, se dice que la cercanía del Espíritu Santo induce en el alma una serie de hábitos beneficiosos que se conocen como «el fruto del Espíritu Santo» y que consta en la Epístola a los gálatas 5, 22-23: el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí, contra tales cosas no hay ley.
- Amor
- Gozo o alegría
- Paz
- Paciencia
- Benignidad o afabilidad
- Bondad
- Fidelidad
- Mansedumbre
- Dominio de sí
El fruto es producto de la obra del Espíritu. El número de nueve citado en el Nuevo Testamento es simbólico, pues, como afirma Tomás de Aquino, «son frutos de cualquier obra virtuosa en la que el hombre se deleita». Bibliografía, Mateo Seco: op. cit. pp.270-274; Ver Dones del espíritu ; Ver Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 390
¿Qué fue lo que dijo Jesús sobre el Espíritu Santo?
‘Todo lo que el Espíritu les dé a conocer lo recibirá de mí’ – Si bien nuestro Señor Jesucristo no formuló en ningún discurso la explicación del misterio de la Santísima Trinidad, es cierto que en el Evangelio según san Juan encontramos buena cantidad de expresiones en donde aparecen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, diversos entre sí, pero íntimamente unidos.
- Uno de los mejores ejemplos lo tenemos en esta expresión: ‘Todo lo que el Padre tiene, también es mío; por eso les he dicho que todo lo que el Espíritu les dé a conocer lo recibirá de mí ‘.
- Dentro del mismo discurso de la Última Cena, Jesús también les dijo: ‘conviene que me vaya, porque si no me voy no vendrá el Espíritu, pero si me voy, yo se los enviaré’ (Jn 16,7).
En las imágenes en las que siempre habló Jesús, el origen del envío es siempre el Padre. Te puede interesar: ¿Conoces los frutos del Espíritu Santo? Así se lo explicó a Nicodemo: ‘tanto amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna’ (Jn 3,16).
- Jesús, el Hijo eterno del Padre es el portador el amor del Padre: ‘como el Padre me amo así los he amado yo’ (Jn 15,9).
- El lugar propio del Padre es el Cielo, el opuesto es la tierra, es este mundo donde lo que impera es la carne.
- Retornando al tema del don del Espíritu, Jesús delimita el cumplimiento de su misión a su Pasión y Muerte.
Ahora bien, el Espíritu no tiene otra misión que continuar el cumplimiento de la misma misión que cumplió el Hijo, De acuerdo con la tradición joánica, el don del Espíritu se relaciona con dos momentos. El primero es la muerte del Señor: ‘Jesús dijo: ‘todo está cumplido’ e inclinando la cabeza entregó el Espíritu’ (Jn 19,30).
Por supuesto que una forma de entender la frase, ‘entregó del Espíritu’ puede ser murió, pero el mismo evangelista ve en la muerte del Hijo de Dios su partida de este mundo y de inmediato el cumplimiento del don del Espíritu, El segundo momento es cuando Jesús apareció resucitado a los discípulos, la tarde del primer día de la semana.
El texto nos dice: ‘sopló sobre ellos y les dijo: ‘reciban el Espíritu Santo” (Jn 20,22) ¿Qué quiere decir Jesús cuando afirma que todo lo que el Espíritu nos dé lo recibirá de Él? Tiene dos vertientes: la primera de ellas es de la unidad entre el Padre el Hijo y el Espíritu, la segunda es que la misión de ambos es una misma.
¿Que infunde el Espíritu Santo a la primera comunidad y para qué?
Historia La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Significado Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio. Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo.
La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él. La Fiesta de Pentecostés es como el «aniversario» de la Iglesia.
El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor, Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.
¿Quién es el Espíritu Santo? «Nadie puede decir: ¡Jesús es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo» (1Co 12,3) Muchas veces hemos escuchado hablar de Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro. El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre. En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. Y es Jesús quien lo presenta oficialmente: «SI ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá siempre con ustedes.
Este es el Espíritu de Verdad. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes. Pero si me voy se lo mandaré.
Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo. Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total». Estos son fragmentos del Evangelio de San Juan, capítulos 14, 15 y 16.
Si quieres saber más sobre las últimas promesas y más profundas revelaciones de Jesús, lee con atención y mucha fe, esta parte del evangelio. Desde que éramos niños, en el catecismo aprendimos que «el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad». Es esta la más profunda de las verdades de fe: habiendo un solo Dios, existen en Él tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Verdad que Jesús nos ha revelado en su Evangelio. El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona.
Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal, Formas de llamar al Espíritu Santo «Espíritu Santo» es el nombre propio de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, a quien también adoramos y glorificamos, junto con el Padre y el Hijo.
Pero Jesús lo nombra de diferentes maneras: EL PARÁCLITO: Palabra del griego «parakletos», que literalmente significa «aquel que es invocado», es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: «El Padre os dará otro Paráclito» (Jn 14,16).
- El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna.
- Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado «otro paráclito» porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD: Jesús afirma de sí mismo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel «discurso de despedida» con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado. Cada vez que rezamos el Credo, llamamos al Espíritu Santo: SEÑOR Y DADOR DE VIDA: El término hebreo utilizado por el Antiguo Testamento para designar al Espíritu es «ruah», este término se utiliza también para hablar de «soplo», «aliento», «respiración».
- El soplo de Dios aparece en el Génesis, como la fuerza que hace vivir a las criaturas, como una realidad íntima de Dios, que obra en la intimidad del hombre.
- Desde el Antiguo Testamento se puede vislumbrar la preparación a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre es principio de la Creación; que la realiza por medio de su Palabra, su Hijo; y mediante el Soplo de Vida, el Espíritu Santo.
La existencia de las criaturas depende de la acción del soplo – espíritu de Dios, que no solo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la tierra. (Cf. Sal 103/104; Is 63, 17; Gal 6,15; Ez 37, 1-14). Es Señor y Dador de Vida porque será autor también de la resurrección de nuestros cuerpos: «Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes» (Rom 8,11).
- La Iglesia también reconoce al Espíritu Santo como: SANTIFICADOR: El Espíritu Santo es fuerza que santifica porque Él mismo es «espíritu de santidad». (Cf.
- Is.63, 10-11) En el Bautismo se nos da el Espíritu Santo como «don» o regalo, con su presencia santificadora.
- Desde ese momento el corazón del bautizado se convierte en Templo del Espíritu Santo, y si Dios Santo habita en el hombre, éste queda consagrado y santificado.
El hecho de que el Espíritu Santo habite en el hombre, alma y cuerpo, da una dignidad superior a la persona humana que adquiere una relación particular con Dios, y da nuevo valor a las relaciones interpersonales. (Cf.1Cor 6,19), Los símbolos del Espíritu Santo Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas: • El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
- La Unción: Simboliza la fuerza.
- La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo.
- En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
- El Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
- La Nube y la Luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo.
Así desciende sobre la Virgen María para «cubrirla con su sombra». En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube. • El Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano. El Espíritu Santo y la Iglesia La Iglesia nacida con la Resurrección de Cristo, se manifiesta al mundo por el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Por eso aquel hecho de que «se pusieron a hablar en idiomas distintos», (Hch 2,4) para que todo el mundo conozca y entienda la Verdad anunciada por Cristo en su Evangelio.
La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como Iglesia a todos aquellos que «estaban juntos en el mismo lugar» (Hch 2,1), es que «todos quedaron llenos del Espíritu Santo» (Hch 2,4).
Una semana antes, Jesús se había «ido al Cielo», y todos los que creemos en Él esperamos su segunda y definitiva venida, mientras tanto, es el Espíritu Santo quien da vida a la Iglesia, quien la guía y la conduce hacia la verdad completa. Todo lo que la Iglesia anuncia, testimonia y celebra es siempre gracias al Espíritu Santo.
Son dos mil años de trabajo apostólico, con tropiezos y logros; aciertos y errores, toda una historia de lucha por hacer presente el Reino de Dios entre los hombres, que no terminará hasta el fin del mundo, pues Jesús antes de partir nos lo prometió: «yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo» (Mt.28,20) El Espíritu Santo y la vida cristiana A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo (Cf.
Rom 8,9.11; 1Cor 3,16; Rom 8,9). Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros. El don del Espíritu Santo es el que: • nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar; • nos permite conocerlo y amarlo; • hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios. (Cf. Gal 5,13-18; Rom 8,5-17).
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son: o ð Sabiduría: nos comunica el gusto por las cosas de Dios.
- O ð Ciencia: nos enseña a darle a las cosas terrenas su verdadero valor.
- O ð Consejo: nos ayuda a resolver con criterios cristianos los conflictos de la vida.
- O ð Piedad: nos enseña a relacionarnos con Dios como nuestro Padre y con nuestros hermanos.
- O ð Temor de Dios: nos impulsa a apartarnos de cualquier cosa que pueda ofender a Dios.
o ð Entendimiento: nos da un conocimiento más profundo de las verdades de la fe. o ð Fortaleza: despierta en nosotros la audacia que nos impulsa al apostolado y nos ayuda a superar el miedo de defender los derechos de Dios y de los demás. Experiencias del Espíritu Santo en la vida concreta • Cuando se da una esperanza total que prevalece sobre todas las demás esperanzas particulares, que abarca con su suavidad y con su silenciosa promesa todos los cimientos y todas las caídas; • Cuando se acepta y se lleva libremente una responsabilidad donde no se tienen claras perspectivas de éxito y de utilidad; • Cuando se da como buena la suma de todas las cuentas de la vida que uno mismo no puede calcular pero que Otro ha dado por buenas, aunque no se puedan probar; • Cuando la experiencia fragmentada del amor, la belleza y la alegría se viven sencillamente y se captan como promesa del amor, la belleza y la alegría, sin dudar a un escepticismo cínico como consuelo barato del último desconsuelo; • Cuando el vivir diario, amargo, decepcionante y aniquilador se vive con serenidad y perseverancia hasta el final, aceptado por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar; • Cuando se corre el riesgo de orar en medio de tinieblas silenciosas sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibamos una respuesta que se pueda razonar y disputar; • Cuando uno se entrega sin condiciones y esta capitulación se vive como una victoria; • Cuando se experimenta la desesperación, y misteriosamente se siente uno consolado sin consuelo fácil: Allí está Dios y su gracia liberadora, allí conocemos a quien nosotros, cristianos, llamamos Espíritu Santo de Dios».
Oraciones al Espíritu Santo El hombre prudente, sabe que necesita luz en su inteligencia y fuerza en su voluntad para pensar y hacer lo que Dios quiere. Esa luz y esa fuerza solamente vienen de lo alto; es el Espíritu Santo quien provee al cristiano de todo lo que necesita para su caminar en la vida.
Por eso, todos los días nos conviene invocarlo. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido, luz que penetras las almas, fuente de mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego; gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo. Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. AMÉN. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. ¡Oh, Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN.
SACADO DE LA PÁGINA WEB : http://www.rosario.org.mx/liturgia/a_liturgico/pente.htm
¿Qué hicieron los seguidores de Jesús?
Los seguidores de Cristo modelan su vida de acuerdo con la del Salvador para andar en la luz. El pasado octubre, mi esposa y yo acompañamos al élder Neil L. Andersen y a su esposa a la palada inicial de un nuevo templo en Córdoba, Argentina. Como de costumbre, después de la ceremonia hubo una conferencia de prensa.
- Una periodista que no era miembro de nuestra Iglesia comentó que había observado lo bien que los hombres trataban a su esposa; luego preguntó de forma inesperada: ‘¿Es eso realidad o ficción?’.
- Estoy seguro de que observó y percibió algo diferente entre nuestros miembros.
- Quizás haya percibido en ellos el deseo de seguir a Cristo; los miembros de la Iglesia de todo el mundo tienen ese deseo.
Al mismo tiempo, millones de personas que no son miembros de la Iglesia también tienen el deseo de seguirlo. Recientemente mi esposa y yo nos quedamos muy impresionados con la gente que vimos en Ghana y en Nigeria; en su mayoría, no son miembros de nuestra Iglesia.
- Nos alegró ver el deseo que tienen de seguir a Cristo, lo cual expresaron en muchas de sus conversaciones en sus hogares, en los automóviles, en las paredes y en los carteles publicitarios.
- Nunca habíamos visto tantas iglesias cristianas una al lado de la otra.
- Los Santos de los Últimos Días tenemos el deber de invitar a millones de personas como ellos a venir y ver lo que nuestra Iglesia puede añadir a lo bueno que ya tienen.
Toda persona de cualquier continente, clima o cultura puede saber por sí misma que el profeta José Smith vio al Padre y al Hijo en una visión; puede saber que hubo mensajeros celestiales que restauraron el sacerdocio y que el Libro de Mormón es otro testamento de Jesucristo.
- En las palabras del Señor a Enoc, la ‘justicia desde los cielos; y la verdad de la tierra para testificar Unigénito ‘ 1,
- El Salvador ha prometido: ‘el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ 2,
- Los seguidores de Cristo modelan su vida de acuerdo con la del Salvador para andar en la luz.
Hay dos características que nos ayudan a reconocer hasta qué punto lo seguimos. Primero, los verdaderos seguidores de Cristo son personas que aman; segundo, los verdaderos seguidores de Cristo hacen convenios y los guardan. La primera característica, demostrar amor, probablemente sea una cosa que notó la periodista de Córdoba entre los miembros de la Iglesia.
Seguimos a Cristo porque lo amamos y, cuando seguimos al Redentor por amor, seguimos Su propio ejemplo. Por amor, el Salvador fue obediente a la voluntad del Padre en toda circunstancia. Nuestro Salvador fue obediente aun cuando el serlo le acarreó enorme sufrimiento físico y emocional, aun si eso significaba recibir azotes y burlas e incluso la tortura de Sus enemigos mientras Sus amigos lo abandonaron.
El sacrificio expiatorio, que es exclusivo de la misión del Salvador, es la expresión de amor más grandiosa en la historia de la humanidad. ‘el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados’ 3, Así como Cristo siguió al Padre fuera cuales fueran las circunstancias, así también nosotros debemos seguir a Su Hijo.
- Si lo hacemos, no tendrá importancia el tipo de persecución, sufrimiento, aflicción o ‘aguijón en la carne’ 4 que enfrentemos; no estamos solos; Cristo nos auxiliará.
- Sus entrañables misericordias nos harán fuertes en cualquier circunstancia 5,
- El seguir a Cristo puede implicar el abandono de muchas cosas preciadas, como hizo Rut, la moabita.
Siendo una conversa reciente y por amor a Dios y a Noemí, dejó todo tras de sí para vivir su religión 6, Tal vez implique también resistir la adversidad y las tentaciones. En su juventud, José fue vendido como esclavo; le quitaron todo lo que amaba. Más adelante fue tentado a no ser casto, pero resistió la tentación y dijo: ‘¿cómo, pues, haría yo este gran mal y pecaría contra Dios?’ 7,
Su amor por Dios fue más fuerte que cualquier adversidad o tentación. Hoy en día tenemos Ruts y Josés modernos por todo el mundo. Cuando el hermano Jimmy Olvera, de Guayaquil, Ecuador, recibió su llamamiento para servir en una misión, su familia estaba pasando grandes dificultades. El día de su partida se le dijo que si se iba, perdería a su familia.
Con el corazón quebrantado, salió de la casa. Mientras estaba en la misión, su madre le pidió que la prolongara porque la familia estaba recibiendo muchísimas bendiciones. Actualmente, el hermano Olvera presta servicio como patriarca de estaca. El amar a Cristo sinceramente nos da la fortaleza necesaria para seguirlo.
El Señor mismo demostró eso al preguntar tres veces a Pedro: ‘¿me amas?’. Luego, Pedro reafirma su amor por Él en voz alta y el Señor le dice a Pedro acerca de las adversidades que le esperaban. Entonces llegó la admonición: ‘Sígueme’. La pregunta del Salvador a Pedro también se nos puede hacer a nosotros: ‘¿Me amas?’ junto con el llamado a la acción: ‘Sígueme’ 8,
El amor es una potente influencia en el corazón al esforzarnos por ser obedientes. El amor por nuestro Salvador nos inspira a guardar Sus mandamientos; y el amor por una madre, un padre o un cónyuge también puede inspirarnos a obedecer los principios del Evangelio.
La forma en que tratamos a los demás indica hasta qué punto seguimos a nuestro Salvador al amarnos los unos a los otros 9, Le demostramos el amor que le tenemos cuando nos detenemos a ayudar a otros; cuando somos ‘completamente honrados y rectos en todas las cosas’ 10, y cuando hacemos convenios y los guardamos.
La segunda característica que tienen los seguidores de Cristo es hacer convenios y guardarlos, así como Él lo hizo. Moroni señaló que ‘el derramamiento de la sangre de Cristo está en el convenio del Padre para la remisión de vuestros pecados, a fin de que lleguéis a ser santos, sin mancha’ 11,
- El profeta José Smith enseñó que aun antes de la organización de esta tierra ya se hacían convenios en el cielo 12,
- Profetas y patriarcas antiguos hicieron convenios.
- El Salvador mismo nos dio el ejemplo.
- Él fue bautizado para cumplir toda justicia por alguien con la debida autoridad.
- Por medio de Su bautismo, el Salvador testificó ante el Padre que sería obediente en cumplir todos Sus mandamientos 13,
Como en los días de antaño, nosotros también seguimos a Cristo y hacemos convenios por medio de las ordenanzas del sacerdocio. El hacer convenios es algo que millones de personas que no son miembros de nuestra Iglesia pueden añadir a todo lo bueno que ya tengan.
- El hacer convenios es una expresión de amor; es una manera de decirle a Él: ‘Sí, yo te seguiré porque te amo’.
- Los convenios incluyen promesas, ‘sí, de vida eterna’ 14,
- Si los recordamos, todas las cosas obrarán juntamente para nuestro bien 15,
- Deben hacerse y mantenerse para recibir completamente las promesas que brindan.
El amor por el Salvador y el recordar nuestros convenios nos ayudará a guardarlos. Una forma de recordarlos es tomar la Santa Cena 16 ; otra es asistir al templo a menudo. Recuerdo a un matrimonio joven de Sudamérica que estaba pensando en separarse porque no se llevaban bien.
Un líder del sacerdocio les aconsejó que asistieran al templo y prestaran especial atención a las palabras y a las promesas de los convenios que se hacen allí. Así lo hicieron, y salvaron su matrimonio. El poder de nuestros convenios es mayor que cualquier desafío que afrontemos o que lleguemos a afrontar.
A los miembros que no estén activos en el Evangelio, les ruego que vuelvan y sientan la bendición de recordar y de renovar los convenios por medio de la Santa Cena y de la asistencia al templo. El hacerlo es una expresión de amor; demuestra la disposición a ser un verdadero seguidor de Cristo y los hará merecedores de recibir todas las bendiciones prometidas.
A los que no son miembros de nuestra Iglesia, los invito a ejercer fe, arrepentirse y prepararse para recibir el convenio del bautismo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al hacerlo, demostrarán su amor por nuestro Padre Celestial y su disposición de seguir a Cristo. Testifico que somos más felices cuando seguimos las enseñanzas del evangelio de Jesucristo; y al esforzarnos por seguirlo a Él, recibiremos las bendiciones del cielo.
Sé que al hacer y guardar los convenios y convertirnos en verdaderos seguidores de Cristo, Sus promesas se cumplirán. Testifico de Su inmenso amor por cada uno de nosotros, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.
¿Qué pasó con los discípulos cuando recibieron el Espíritu Santo?
Pentecostés (Hechos 2, 1-18 32.36-38.41-42)
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Los discípulos, por tanto, se quedaron en Jerusalén esperando al Espíritu Santo que Jesús les había prometido. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó por los aires un soplo de viento muy fuerte.
Tembló todo la casa donde se encontraban y aparecieron llamas de fuego que flotaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y la voz de Dios hablaba por medio de ellos en distintos idiomas, según les inspiraba el Espíritu de Dios. Vivían en Jerusalén hombres temerosos de Dios de todos los países del mundo, los cuales, sorprendidos por aquel estruendo procedente del cielo, acudieron en masa al lugar donde predicaban los apóstoles y se juntó allí mucha gente.
Al oírles hablar cada uno en su propio idioma, llenos de admiración y de espanto, decían: ‘¿Esos que hablan no son de Galilea? ¿Entonces por qué les oímos hablar en nuestra lengua? Somos de distintos países y regiones y, sin embargo, los entendemos y los oímos hablar de lo que Dios ha hecho’.
- Otros en cambio, pensaban que los apóstoles habrían bebido vino muy de madrugada y que estaban borrachos.
- De esa manera se burlaban de ellos y decían: ‘Han bebido demasiado mosto.
- Por eso hablan con tanta fuerza’.
- Entonces Pedro, con los doce apóstoles se presentó ante ellos y comenzó a hablarles en voz alta: ‘Gentes de Judea y de Jerusalén, oíd lo que voy a deciros y aceptar nuestro mensaje.
Estos hombres no están borrachos ya que apenas son las nueve de la mañana. Lo que ha sucedido es lo que predijo el profeta Joel: ‘Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres, y vuestros hijos e hijas predicarán con don de lenguas.
- Verdaderamente aquellos días Yo derramaré sobre mis siervos y siervas, mi Espíritu y profetizarán’.
- Y Pedro les habló de Jesús, anunciándoles que Dios lo había resucitado de entre los muertos y les dijo: ‘Aquel a quien vosotros crucificásteis, Dios lo ha hecho Señor y Salvador vuestro’.
- Al oír lo que Pedro había dicho, muchos de los que estaban allí, preguntaron: ‘Hermanos, ¿qué debemos hacer?’.
Pedro les dijo: ‘Convertíos a Él y bautizaos en el Nombre del Señor Jesús. Así se os perdonarán los pecados, y Dios derramará también sobre vosotros el Espíritu Santo’. Aquel día se bautizaron unos tres mil hombres y se incorporaron a la comunidad. Todos escuchaban juntos las enseñanzas de los apóstoles, celebraban la cena y rezaban en común.
¿Dónde Jesús habla del Espíritu Santo?
Juan 15:26: El Espíritu Santo testifica de Jesucristo Jesús enseñó que ‘ cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el que procede del Padre, él dará testimonio de mí’ (Juan 15:26).
¿Quién nos prometió el Espíritu Santo?
Si, Jesús prometió a sus apóstoles que les enviaría el Espíritu santo (Hch.1, 8).
¿Por qué Jesús nos promete enviar al Espíritu Santo?
LECCION # 23 JESUS ENVIA EL ESPIRITU SANTO Todas las imágenes de esta lección pueden ser ampliadas para servir de ayuda gráfica en las clases.1. Jesús le prometió a los Apóstoles algo antes de subir al Cielo. ¿Alguien se recuerda Quién iba a enviar Jesús a los Apóstoles. Jesús les prometió enviarles el Espíritu Santo. 2. Y ¿para qué les iba a enviar el Espíritu Santo?, El Espíritu Santo los iba a ayudar para poder llevar la buena noticia de salvación al mundo entero. El Espíritu Santo les iba a recordar todo lo que Jesús les había enseñado. El Espíritu Santo les iba a quitar el miedo que tenían de que los pudieran matar igual que hicieron con Jesús.
El Espíritu Santo les iba a dar la fuerza para hacer lo que tenían que hacer.3. ¿Se recuerdan qué instrucciones le había dado Jesús a los Apóstoles para el envío del Espíritu Santo? Jesús les había dicho que regresaran a Jerusalén y que allí El les enviaría el Espíritu Santo. Ellos sabían que Jesús ya no iba a seguir apareciéndose a cada momento para hablarles.
Pero sabían que cuando viniera el Espíritu Santo, Jesús estaría con ellos de una manera diferente. Los Apóstoles, entonces, se fueron a Jerusalén y todos los días se reunían a orar con la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús 4. Y ¿saben qué sucedió nueve días después? Estaban orando en el mismo salón donde había sido la Última Cena. Y, de repente, comienzan a sentir un ruido muy, muy fuerte, venido del cielo, como de un viento de tormenta, que cada vez se hacía más fuerte. Pero lo que oían y veían era nada comparado con lo que sentían. Porque comenzaron a sentir el mismo amor y la misma fuerza que cuando Jesús estaba con ellos. Entonces sabían que ya había venido el Espíritu Santo. Y estaban contentísimos, llenos de gozo y se sentían fuertes y valientes.
Y ahora se comenzaron a recordar muchas cosas que Jesús les había enseñado.5. ¿Qué hicieron los Apóstoles, entonces? Jerusalén estaba llena de gente, que había venido a celebrar la Fiesta de Pentecostés. Era la fiesta en que recordaban cuando Dios le había dado a Moisés las Tablas de la Ley que tenían los 10 Mandamientos.
Un poco de gente se acercó a donde estaban los Apóstoles, cuando oyeron el ruido del viento tan fuerte y tan desconocido. Y entonces Pedro, que antes era cobarde, ahora se puso a anunciarles la buena nueva a ese gentío. Se le quitó el miedo y supo exactamente qué decirle a esa gente. Y los demás Apóstoles ya no se querían quedar callados, sino que contaban todas las cosas que se recordaban sobre Jesús.6. Pero además sucedió otro milagro. Fíjense que había allí en Jerusalén gente de todas partes del mundo. Y todos hablaban diferentes idiomas.
- Pero resulta que todos los que oían a los Apóstoles entendían lo que los Apóstoles decían.
- Pero los Apóstoles no sabían hablar los idiomas de toda esa gente.
- Y la gente se impresionaba.
- Y decían: pero éstos no son galileos.
- ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestro idioma? Eran como 20 idiomas diferentes.
Fue un verdadero milagro: los Apóstoles hablaban en su propio idioma y la gente los oía en el idioma de cada uno. 7. Y la gente quería hacer lo que los Apóstoles decían que Jesús había enseñado. Y les preguntaban a los Apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer? Los Apóstoles les decían que debían creer que Jesús, que había muerto en la Cruz hacía casi dos meses (50 días), de verdad había resucitado, porque El era Dios.
Que creyeran en El y en su mensaje de salvación. Que se arrepintieran de sus pecados. Ese día se bautizaron tres mil personas. Y así comenzó la Iglesia que Jesús dejó fundada. De eso vamos a hablar en la próxima lección. LA SEÑAL DE LA CRUZ (Persignarse y santiguarse) Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro.
+ + En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. PADRE NUESTRO Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén, AVE MARIA Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. CREDO Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su Único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso.
¿Que sucedio el día de Pentecostés cuando los discípulos estaban reunidos?
Pentecostés (Hechos 2, 1-18 32.36-38.41-42)
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Los discípulos, por tanto, se quedaron en Jerusalén esperando al Espíritu Santo que Jesús les había prometido. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó por los aires un soplo de viento muy fuerte.
Tembló todo la casa donde se encontraban y aparecieron llamas de fuego que flotaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y la voz de Dios hablaba por medio de ellos en distintos idiomas, según les inspiraba el Espíritu de Dios. Vivían en Jerusalén hombres temerosos de Dios de todos los países del mundo, los cuales, sorprendidos por aquel estruendo procedente del cielo, acudieron en masa al lugar donde predicaban los apóstoles y se juntó allí mucha gente.
Al oírles hablar cada uno en su propio idioma, llenos de admiración y de espanto, decían: ‘¿Esos que hablan no son de Galilea? ¿Entonces por qué les oímos hablar en nuestra lengua? Somos de distintos países y regiones y, sin embargo, los entendemos y los oímos hablar de lo que Dios ha hecho’.
Otros en cambio, pensaban que los apóstoles habrían bebido vino muy de madrugada y que estaban borrachos. De esa manera se burlaban de ellos y decían: ‘Han bebido demasiado mosto. Por eso hablan con tanta fuerza’. Entonces Pedro, con los doce apóstoles se presentó ante ellos y comenzó a hablarles en voz alta: ‘Gentes de Judea y de Jerusalén, oíd lo que voy a deciros y aceptar nuestro mensaje.
Estos hombres no están borrachos ya que apenas son las nueve de la mañana. Lo que ha sucedido es lo que predijo el profeta Joel: ‘Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres, y vuestros hijos e hijas predicarán con don de lenguas.
Verdaderamente aquellos días Yo derramaré sobre mis siervos y siervas, mi Espíritu y profetizarán’. Y Pedro les habló de Jesús, anunciándoles que Dios lo había resucitado de entre los muertos y les dijo: ‘Aquel a quien vosotros crucificásteis, Dios lo ha hecho Señor y Salvador vuestro’. Al oír lo que Pedro había dicho, muchos de los que estaban allí, preguntaron: ‘Hermanos, ¿qué debemos hacer?’.
Pedro les dijo: ‘Convertíos a Él y bautizaos en el Nombre del Señor Jesús. Así se os perdonarán los pecados, y Dios derramará también sobre vosotros el Espíritu Santo’. Aquel día se bautizaron unos tres mil hombres y se incorporaron a la comunidad. Todos escuchaban juntos las enseñanzas de los apóstoles, celebraban la cena y rezaban en común.
¿Qué pasó con los discípulos cuando recibieron el Espíritu Santo?
Introducción – Los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo en el día de Pentecostés y fueron bendecidos con el don de lenguas al predicar el Evangelio. Pedro proclamó que Jesús es ‘Señor y Cristo’ ( Hechos 2:36 ) e invitó al pueblo a arrepentirse, bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo. Unas 3.000 personas se convirtieron y se bautizaron ese día y siguieron fieles en la Iglesia.
¿Que nos regala en Pentecostés el Espíritu Santo?
Los siete regalos que se nos dan en Pentecostés — Tolkian Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. Y de repente sobrevino del cielo un ruido, como de un viento que irrumpe impetuosamente, y llenó toda la casa en la que se hallaban.
- Entonces se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que se dividían y se posaban sobre cada uno de ellos.
- Hechos 2, 1-3 La fiesta de Pentecostés nos recuerda el nacimiento de la Iglesia y la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, momento en el que recibieron el poder para proclamar el Evangelio a todos los que los escucharan.
Esta ocasión está marcada por esta hermosa imagen del Espíritu Santo descendiendo y descansando sobre todos los que se encontraban reunidos allí. Pero, ¿qué era ese fuego? Aparte de una representación visual de los regalos que estaban recibiendo, ¿qué sentido tiene? Lo que encontramos, a medida que el misterio de la Escritura se desarrolla, es que la verdad es mucho más grande que nuestro simple lenguaje y la belleza que las más grandes obras de arte representan.
- Es fácil mirar las lenguas de fuego en toda su gloria y su divina espectacularidad y pensar que el descenso de las llamas es el punto central de Pentecostés.
- Sin embargo, si nos sumergimos en el lenguaje que se nos presenta, podemos ver que ‘lenguas de fuego’ tiene un doble significado a la luz del resto del pasaje y del resto del Nuevo Testamento.
Tanto en griego como en latín, la palabra para lenguas ( glossa y lingua respectivamente) es también la palabra para la lengua y el habla. A la luz de la etimología podemos ver que los Apóstoles ciertamente recibieron más que fuego físico descansando sobre sus cabezas.
Su misma palabra fue encendida, y se le dio el poder de llegar a los corazones de la gente de afuera. Vemos que, como las lenguas de fuego que se dividieron y cayeron sobre todos en el aposento alto, las lenguas, el habla y el lenguaje de los Apóstoles se dividieron y cayeron sobre los oídos y los corazones de todos los presentes en la multitud.
Nadie allí de Asia, Mesopotamia, Grecia, Egipto, Libia, etc., se asombró de la llama que descansaba en la cabeza de los predicadores. Se asombraban y se encendían con las palabras que salían de sus bocas. Además, vemos que a los que recibieron el Espíritu Santo no solo se les dio poder, sino que fueron cambiados. Pedro, a partir de ese momento, habla y se comporta de manera totalmente diferente a la de los Evangelios. Estos hombres y mujeres experimentaron un profundo cambio que no solo les permitió salir a predicar, sino que les dio una claridad y un celo que les impidieron hacer cualquier otra cosa.
- Y a nosotros como cristianos también se nos permite ser partícipes de tan importante momento lleno de belleza y recibir en nuestra vida siete regalos a través de los siete dones del Espíritu Santo, ya que los recibimos cuando participamos dignamente de los Sacramentos.
- Primero recibimos los siete dones del Espíritu Santo en el Bautismo; estos dones se fortalecen en el Sacramento de la Confirmación.
Los siete dones del Espíritu Santo completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Catecismo de la Iglesia Católica, 1831 Inundado con sus dones, respondemos a los impulsos del Espíritu Santo como por instinto, como lo haría Cristo mismo.